Hace frío afuera: vamos a escapar

Cuando baja la temperatura en la ciudad de Nueva York, solo podemos pensar en una cosa: ¿a dónde ir para disfrutar del sol y la diversión? No me malinterpreten. ¡Las épocas festivas de las fiestas en Manhattan son fantásticas! Hay un millón de cosas para ver y hacer. Todos los años me aseguro de ver todos los escaparates de las tiendas de la Quinta Avenida y más allá. Y nunca me decepciono. Por supuesto, este año no habrá ningún escaparate de Lord & Taylor. Me parece un poco triste. La tienda de 104 años cerró definitivamente en enero de 2019, definitivamente el fin de una era.

Uno de los mejores viajes de invierno que hicimos mi marido, Peter, y yo fue nuestra primera visita a Hawái. Lo recuerdo muy bien porque salimos el día de Navidad. Nunca habíamos viajado antes el 25 de diciembre, pero, debido a nuestros horarios de trabajo, teníamos que hacerlo. “No os preocupéis”, les dije, “el avión estará vacío. Nadie viaja el día de Navidad”.

¿En qué estaba pensando? El aeropuerto estaba a rebosar y todos los asientos estaban ocupados en nuestro vuelo de Nueva York a Hawái. En ese momento, era el vuelo más largo en el que había estado y estaba bastante nervioso, así que cogí un mapa enorme y lo pegué en una pared de nuestro apartamento. Después, cogí un rotulador rojo y tracé una línea desde Nueva York hasta la isla de Oahu. Todos los días lo miraba y murmuraba: "No puedo hacer esto". Al mirar atrás, creo que estaba siendo absurdo, pero en aquel momento todo era muy real.

HAGAMOS DOS ISLAS

En la isla de Oahu nos alojamos en un pequeño hotel construido alrededor de una piscina y con cocina. Estaba situado a una manzana de la playa de Waikiki y tenía una plaza de aparcamiento para nuestro coche de alquiler. Normalmente desayunábamos rápido en el hotel y salíamos a cenar, pero de vez en cuando decidíamos que queríamos una comida casera y íbamos en coche al supermercado local.

El condominio de 60 unidades donde nos alojamos en Kauai

Fue allí donde descubrí algo que no tenemos en Nueva York hasta el día de hoy. Estaba comprando patatas para nuestra cena de bistec y patatas al horno cuando dije: "Necesitamos vino. Tendremos que encontrarlo". Peter me señaló y miré y no podía creer lo que veía. Había botellas de Chardonnay Sutter Home de Nueva York casi al lado de las verduras. En Hawái, venden el alcohol en los mismos supermercados. Es una gran idea.

Recorrimos Oahu en coche y luego decidimos ir de isla en isla. Dejamos todo, excepto lo esencial, en nuestra habitación y dijimos en recepción que volveríamos en cuatro días porque habíamos reservado un vuelo a Kauai, también conocida como la "Isla Jardín". Una vez allí, nos registramos en un apartamento estupendo que era propiedad de un caballero japonés que había colgado un aviso cortés en la puerta de entrada: "Por favor, quítate los zapatos antes de entrar". Siempre lo hicimos.

DEGUSTANDO LA PIÑA AUTÉNTICA

En Hawái, le ponen piña a todo. Me pareció delicioso el filete a la parrilla con piña. En el Princeville Resort tuvimos piña en nuestras ensaladas cuando comimos al aire libre en un elegante restaurante con vistas al Pacífico.

Más tarde decidí que nunca había probado una piña “real” antes de nuestra visita a Hawái.

UN VIAJE ESPECTACULAR

Debo admitir que lo más destacado de todo nuestro viaje fue el recorrido en helicóptero que hicimos por la costa de Napali en Kauai. Hasta el día de hoy, todavía lo tengo presente. Insistí en tomar el recorrido más caro que ofrecían y tenía razón. Cuando nos estaban preparando para el vuelo, uno de los propietarios explicó el motivo de su tarifa. “Nuestro mayor gasto es el mantenimiento”, dijo. “Revisamos cada helicóptero después de cada vuelo para asegurarnos de que esté al 100%” (esto es exactamente lo que quería escuchar). Luego continuó diciéndonos que teníamos auriculares Bose que eran muy caros, así que “por favor, manipúlenlos con cuidado”.

El helicóptero a la costa de Napali

CON UN FINAL “WOW”

Puede que sea cierto o no, pero, según la leyenda, cuando Mark Twain vio el asombroso cañón Waimea (de más de 16 kilómetros de largo y 914 metros de profundidad) al final de la costa de Napali, lo llamó “el Gran Cañón del Pacífico”. Mientras volábamos lentamente hacia ese espectáculo, la música que nos llegaba por los auriculares era perfecta: espectacular, sobrecogedora. Me conmovió tanto que casi rompí a llorar.

La alucinante costa de Napali – Foto cortesía de Travel & Leisure, The Adventure Issue, julio de 2019

Una vista del Cañón Waimea (el Gran Cañón del Pacífico) vista desde el helicóptero

Shaun Nelson-Henrick

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