¡Guau! ¡Gangsters americanos!

Hace poco me regalaron un boletín que publica un club privado de élite de la Ivy League aquí en Nueva York. Mientras leía la sección de eventos, vi esto: “Esta es tu oportunidad de hacer un recorrido por el Museo de los Gánsteres Americanos”.

¿Qué carajo me dije a mí mismo?

Resulta que está ubicado en el 80 de St. Marks Place, cerca de la Primera Avenida. Después de una búsqueda en Internet, encontré un restaurante que se sugería a los visitantes del museo. Solo había una cosa: la copia decía que estaba ubicado en St. Marks, cerca de la Avenida A.

Déjame explicarte lo de la Avenida A. En aquellos tiempos, decir que ibas caminando hacia la Avenida A era como decir que planeabas visitar Marte. Nadie iba allí. Y, si decías que ibas en coche, te preguntaban quién iba de copiloto.

Todo eso ha cambiado, así que decidimos hacer una visita guiada a las 14:30 horas al Museo Americano de Gánsteres. El lugar en sí consta de solo dos salas: una trasera y otra delantera por donde se entra, además de un bar clandestino (con un bar que lleva ahí desde 1922) y un sótano donde hay que llevar un casco de plástico porque el techo es muy bajo.

El recorrido comenzó en la trastienda, donde la guía, Jessica, nos contó datos fascinantes sobre la Prohibición. Por ejemplo, muchos creían que “el mundo entero se secaría”. Este sentimiento era tan generalizado que el Club de Yale compró un suministro de alcohol para 30 años.

Entre 1920 y 1933 no se podía fabricar, transferir ni vender licor, PERO sí se podía beber, siempre que se pudiera conseguir y pagar. Antes de la Prohibición, un trago de whisky costaba 15 centavos, y luego se aumentó a 75 centavos. También se podía comprar a través del médico (como la marihuana medicinal en la actualidad).

Continuamos y pasamos a la sala principal, donde hay fotografías de gánsteres estadounidenses. Una pared está dedicada a judíos famosos, como Arnold Rothstein, que arregló la Serie Mundial de 1919 y fue la inspiración para Meyer Wolfsheim, el personaje sombrío que aparece en El gran Gatsby de Scott Fitzgerald.

Las otras paredes presentan a gánsteres italianos e irlandeses como Bugsy Siegal, Lucky Luciano y Al Capone, quien, se dice, estuvo detrás de la Masacre del Día de San Valentín en 1929, donde siete hombres fueron asesinados a tiros (mientras se alineaban con sus manos en la pared) por dos gánsteres que estaban vestidos de policías.

La lista de delincuentes que aparecen en esta sala llega hasta Henry Hill, el mafioso que estuvo detrás del atraco a Lufthansa en el aeropuerto JFK en 1978 (que todavía se considera el mayor robo de dinero en efectivo en suelo estadounidense). Hill, interpretado por Ray Liotta, es uno de los personajes de la película Uno de los Nuestros.

El arma preferida de los gangsters

Después de conocer a todos estos ladrones, nos dirigimos al bar clandestino y a la bodega. El recorrido dura más de una hora. Cuando terminó, fuimos a St. Dymphnas, el restaurante que mencioné antes, en el 118 de St. Marks Place, donde disfrutamos de una deliciosa cena de fish and chips acompañada de dos copas de vino cada uno. Fue un final perfecto para un día divertido.

Por Shaun Nelson-Henrick

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