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Sé muy poco sobre la vida militar, pero después de leer un artículo detallado sobre cuatro mujeres jóvenes en una base aérea en medio del desierto de la Península Arábiga, quedé muy impresionado.
Hogar, dulce hogar: la base aérea está repleta de edificios de metal y hormigón rodeados por una valla alta y un desierto.
Este artículo informativo apareció en la edición Freedom 2018 de la revista Allure y fue escrito por Mac McClelland, una talentosa periodista y autora que ha hecho un espléndido trabajo al describir la vida en la base aérea de Al Dhafra, donde, cuando sopla el viento, se siente como un secador de pelo de 110 grados.
Para obtener una imagen equilibrada de la vida en la base aérea, que se encuentra a 30 kilómetros al sur de Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos, la autora pasó muchas horas con mujeres que tienen mucha responsabilidad. El resultado es una visión general de cómo es realmente la vida cotidiana. Échale un vistazo: es formidable.
La capitana Elizabeth Maksim, de 32 años, es la oficial de inteligencia de mayor rango en Al Dhafra y está casada. Sin embargo, después de tres despliegues, Maksim y su marido se han acostumbrado a estas separaciones. En la universidad, se unió al ROTC para obtener ayuda con su matrícula. Luego dejó el ejército para ir a la escuela de posgrado y obtener un máster. A esto le siguieron tres años en un trabajo de marketing. Después de eso, decidió volver a alistarse para el servicio activo a tiempo completo en el ejército.
La capitana Elizabeth Maksim, de 32 años, la oficial de inteligencia de mayor rango, salió a correr por la mañana antes de que llegue el calor.
“Me encanta lo que hago”, dice Maksim. “Me gusta servir a mi país y, además, hay muchas cosas buenas en el despliegue. Te da tiempo para concentrarte en ti misma”. Trabaja en la “Instalación de Información Compartimentada Sensible” de 12 a 14 horas al día. Maksim mira mapas y computadoras para mantener a sus superiores informados de lo que está sucediendo. “Es mucha presión”, dice. Las misiones de los pilotos se planifican en función de su inteligencia (información), por lo que si identifica incorrectamente una amenaza (o no la detecta), podría morir gente. “Quería volver al ejército porque sabía que la gente confiaba en lo que les decía. Sentía que mis opiniones importaban”. En 2011, fue la líder de inteligencia en el bombardeo furtivo de B-2 en Libia.
La sargento Rhoniesha Seubert, de 24 años, trabaja en una zona donde guardan las bombas para la Operación Inherent Resolve (como se denomina a la guerra contra el ISIS, que es en gran medida una guerra aérea). Esta base es uno de los lugares considerados “hogar” para los aviones que se utilizan para esta misión.
Seubert pasa toda la noche –casi todas las noches– en una oficina tranquila sentada frente a una de las tres computadoras que coordinan y registran los movimientos de personas y armas en el “Área de Almacenamiento de Municiones”. Los jueves y viernes, después del trabajo, se dirige al Centro de Actividades Comunitarias (CAC), donde tres tragos en el bar cuestan $9,00; tres es el número máximo de bebidas permitidas por persona por día en esta base.
La sargento Melissa Kirkbride, de 30 años, es la única ingeniera de su unidad y una de las dos únicas ingenieras de toda la base. Se alistó en parte por las oportunidades de viajar y la asistencia educativa que ofrecía el ejército. Ahora está en su 99.º vuelo de combate como ingeniera en un enorme avión cisterna de reabastecimiento aéreo que transporta 45.000 kg de combustible para aviones al espacio aéreo sobre Irak.
“Me encanta lo que hago, aunque el despliegue (asignar personas a distintas ubicaciones) es alto”, dice Kirkbride. Este es su sexto trabajo. Antes hacía cuatro en 13 meses.
Erica Webster, de 23 años, es una técnica de comunicaciones terrestres que instala y mantiene las cabinas y los enlaces de comunicaciones para los pilotos que vuelan drones. “Es genial estar en vuelos que realmente están volando”, dice Webster.
La aviadora senior, Erica Webster, de 23 años, técnica en comunicaciones, está lista para su día.
¿GRATIS? Esa es la palabra clave que se repite una y otra vez. Los cuatro tienen algo en común: espacio personal, aventura, clases universitarias y viajes por el mundo.
¡Y a todos les encanta su trabajo!
Shaun Nelson-Henrick
Todas las fotos: Cortesía de AllureLos comentarios se aprobarán antes de mostrarse.
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