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Es irónico que hoy luchen por la igualdad: después de todo, sus habilidades matemáticas ayudaron a lanzar la era digital.
El Instituto Smithsonian, más conocido como “The Smithsonian”, fue fundado en 1846 y actualmente cuenta con 19 museos y centros de investigación (el complejo de este tipo más grande del mundo) en Washington, DC. Recibo varias publicaciones de esta institución y todas son increíbles. En junio de 2019, en la revista Smithsonian , leí un artículo fascinante titulado “Las primeras computadoras fueron humanas”. Clive Thompson, periodista y autor, ha resumido muy bien los logros femeninos en este campo.
UNA PROGRAMADORA “ESTRELLA DEL ROCK” FEMENINA
Tracy Chou es una experta en informática de 31 años, a quien describió así su exjefe Ben Silbermann, cofundador de Pinterest (donde Chou ayudó a revisar todo el código base, haciendo que el servicio sea más rápido y confiable). Actualmente, es la fundadora de Block Party: una empresa emergente que crea herramientas para ayudar a los usuarios de las redes sociales a lidiar con el acoso.
DURANTE 10 AÑOS: EL MISMO COMPORTAMIENTO MALICIOSO
En Silicon Valley el diálogo nunca cambia: (1) las mujeres están biológicamente menos preparadas, (2) los hombres con menos capacidad consiguen ascensos y (3) las proposiciones de sexo en el lugar de trabajo. No todo el mundo es antagonista de las mujeres, por supuesto, pero el trato es lo suficientemente malo como para que el número de programadoras haya retrocedido con el tiempo.
MUJERES CODIFICADORAS: 35% EN 1990 A 26% EN 2013
Thompson escribe: “Hay una profunda ironía aquí, porque las mujeres estuvieron en la informática desde sus primeros días. Traducción: no hay computadoras digitales. A fines del siglo XIX, algunos científicos se dieron cuenta de que contratar mujeres podría reducir el costo de la computación. Cuando Harvard decidió procesar años de datos astronómicos que había recopilado utilizando su telescopio, reunió un equipo de computadoras completamente femenino al que le pagaron tan poco como menos de la mitad de lo que recibían los hombres. Y luego el observador jefe se jactó de ello.
En la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio), esto comenzó el 1 de octubre de 1958: una empleada recopilaba datos sobre la presión del aire.
ESTOS TRABAJOS SE CONSIDERABAN COMO TRABAJOS RUTINARIOS Y SIN CALIFICACIONES
Pero no era cierto. Las mujeres que hacían esos trabajos de computación en realidad tenían que tener habilidades matemáticas bastante avanzadas y además el trabajo requería una resistencia sobrehumana: trabajar ocho horas al día haciendo la misma ecuación una y otra vez puede ser abrumador.
En 1949, el NACA (Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica), fundado en 1915, entregó todas las operaciones a la NASA en 1958.
EN LOS AÑOS CINCUENTA LAS COSAS EMPEZARON A CAMBIAR
En su haber, la NASA empleó a casi 80 mujeres negras como computadoras. En 1962, Katherine Johnson era tan venerada por sus habilidades que John Glenn le pidió que verificara personalmente la trayectoria de vuelo de su primer lanzamiento al espacio en la misión Friendship 7. Los astronautas no confiaban en las nuevas computadoras digitales, que eran propensas a fallar. Glenn quería que el problema fuera examinado por ojos humanos.
Katherine Johnson en 1962 – calculó la trayectoria de John Glenn – fue el primer estadounidense en orbitar la Tierra – la rodeó tres veces. También hizo dos viajes al espacio, con 36 años de diferencia
¿DÓNDE ESTAMOS HOY?
En cierto sentido, la historia de las mujeres que trabajan en computadoras contrasta de forma atractiva con las dificultades que enfrentan las mujeres que programan hoy en día. ¿Por qué es peor ahora? Las investigaciones han demostrado que las mujeres que trabajan en la industria del software suelen abandonar sus puestos a mitad de carrera. Empiezan entusiasmadas y felices, pero después de una década están agotadas.
Tracy Chou se muestra cautamente optimista porque en Silicon Valley se habla más de la necesidad de contratar y promover a las mujeres con la misma facilidad que a los hombres. “Espero que algunas de las posturas públicas terminen obligando a la gente a hacer algo”, dice con ironía.
Todo el arte y las fotografías son cortesía del Smithsonian.
Shaun Nelson-Henrick
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