Los millennials cuidan sus modales

Las redes sociales han cambiado definitivamente la forma en que interactuamos entre nosotros a diario. Nuestro mundo ahora funciona mucho más rápido, por lo que es fácil olvidar que aún existen reglas básicas de conducta que deben respetarse.

Sin sonar demasiado pedante, me gustaría mencionar dos incidentes que observé recientemente y que me molestaron.

• RETRASOS: Lo siento, pero soy muy estricta con la puntualidad en los compromisos sociales o de negocios. Tengo una amiga que, para su segundo matrimonio, decidió pasar su luna de miel en Sudamérica. “Antes de ir”, me dijo, “todo el mundo nos decía que allí tienen un concepto diferente del tiempo, es decir: todo se retrasa una o dos horas y no puedes dejar que eso te moleste. Pronto descubrimos que era absolutamente cierto”. Eso está bien allí, pero vivimos en Manhattan y cuando invité a una joven a un evento recientemente y llegó 45 minutos tarde, eso no fue cultural, fue simplemente de mala educación.

• GRACIAS: Las notas de agradecimiento escritas han desaparecido, así que ahora solo queda el correo electrónico o nada. Y, en este punto, creo que la opción “nada, cero, cero o nada” está ganando. Hace poco asistí a una fiesta de inauguración de una casa y, al entrar, le entregué al anfitrión un pequeño regalo. Me miró atónito, no dijo nada y se fue. Cuando le conté esto a una de sus parientes, me respondió: “Ah, él nunca da las gracias por nada”. Todavía estoy tratando de entender eso.

En base a lo anterior y otros incidentes, me intrigó encontrar un blog en la web titulado, Por qué las lecciones de etiqueta empresarial del Plaza Hotel se están agotando, escrito por Rina Raphael, quien asistió a una sesión para conocer de primera mano y aprender por qué los modales siguen siendo muy importantes.

• LA FUNDADORA: Myka Meier, es la fundadora y directora de la Escuela de Etiqueta Beaumont que se imparte en el Hotel Plaza de Manhattan. Fue formada por un ex miembro de la Casa Real de Su Majestad la Reina y trabajó en una firma global donde impartía clases de etiqueta internacional. Después de siete años, decidió emprender su propio camino y abrió su escuela en Nueva York en 2014.

El interior del elegante Hotel Plaza en la ciudad de Nueva York

• LOS PARTICIPANTES: La mayoría de los asistentes tienen entre veinte y treinta años, y la proporción entre hombres y mujeres es de 60/40. En una clase reciente participaron estudiantes de todo el país, desde California hasta Alabama.

• LAS CLASES: Los estudiantes pueden tomar un curso de una hora ($75) o uno intensivo de cinco horas ($599) y aprender los entresijos de la comida y la interacción social, todo dentro de los estándares de etiqueta continentales. Parece que los millennials estadounidenses, criados en una cultura más bien informal, sienten que les faltan estas habilidades. “Lo más importante es mostrar respeto”, explica Meier.

Demasiadas opciones pueden ser una experiencia desalentadora

• LA RELEVANCIA: Esta no es la clase de etiqueta de tu abuela. Meier le da un giro moderno con consejos prácticos y actuales. Por ejemplo: entre los cursos se encuentran reglas sobre cómo enviar correos electrónicos, presentar a colegas de negocios, navegar por un menú de vinos y comenzar una conversación (nunca con un "¿Y qué haces?"). Comentario: Una vez trabajé en una empresa que enfatizaba los modales telefónicos y nunca se debía usar la pregunta "¿Quién llama?".

Entretener con estilo hace que todos se sientan bien

• LA RESPUESTA: Hasta ahora, la popularidad de las clases ha superado las expectativas de Meier. Los talleres intensivos se agotaron en 24 horas. Con la vida digital creciendo a una velocidad alarmante, también lo está haciendo la etiqueta moderna. Las clases brindan a los estudiantes las herramientas para atraer lo que quieran en los negocios, ya sean más clientes, un puesto más alto o una mejor relación con los colegas. O, como dice Meier, "Las personas más exitosas son las más encantadoras. Y se puede aprender a tener encanto. Se trata de evocar emociones positivas".

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Shaun Nelson-Henrick

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