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Leí esta entrevista en la edición del 2 de junio de 2019 del Financial Times de fin de semana y me pareció absolutamente asombrosa, casi increíble. Por supuesto, me apresuro a añadir que nunca he conocido a nadie que pueda ser descrito como un “prodigio”, ni en el mundo de la ciencia ni en ninguna otra actividad.
Hannah Kuchler concedió esta entrevista durante un almuerzo en la elegante Tartine Manufactory de Alabama Street, en San Francisco. Es la corresponsal estadounidense de productos farmacéuticos y biotecnológicos del Financial Times y ha escrito un artículo en profundidad sobre una prodigio de la ciencia de 25 años, llamada Laura Deming, que se ha convertido en una inversora de riesgo con un objetivo: "Quiero trabajar en el problema más importante del mundo".
Empezó a emprender esta búsqueda cuando era muy joven. ¿En serio? Sí, tenía 12 años y estudiaba en casa en Nueva Zelanda cuando decidió qué quería ser en la vida. “Cuando era niña, soñaba con ayudar a mis abuelos y a mis padres”, señala. Así que convenció a sus padres (un padre estadounidense y una madre coreana) para que se mudaran a Estados Unidos para poder trabajar con la profesora Cynthia Kenyon en la Universidad de California. Cuando Deming le envió un correo electrónico a Kenyon preguntándole si podía ser investigadora en su laboratorio, eligió bien. La respuesta fue “sí”. “Tuve muchísima suerte”, dice Deming, “nadie más me hubiera dejado hacer eso”.
Obra de arte: cortesía del Financial Times
A los 12 años trabajaba en la biología del envejecimiento en el laboratorio de uno de los científicos más destacados del mundo. A los 14 se fue a estudiar física al MIT. A los 17 abandonó sus estudios para crear un fondo de capital de riesgo bajo la tutela del empresario de Silicon Valley Peter Thiel, el multimillonario cofundador de PayPal. Este ha desempeñado un papel importante en la carrera de Deming: ella era una de sus "compañeras" de élite a la que le pagaron 100.000 dólares por abandonar la universidad y "construir cosas nuevas".
Su ambición es acelerar la ciencia antienvejecimiento para que todos podamos vivir vidas más saludables durante más tiempo. Mientras que las grandes compañías farmacéuticas se limitan a financiar la investigación en áreas obviamente más lucrativas (cáncer, enfermedades cardiovasculares), los inversores aventureros de Silicon Valley están empezando a apostar por la lucha contra el envejecimiento.
El mercado potencial es enorme. La población mundial de personas mayores de 80 años es actualmente de 125 millones y se prevé que aumente a 434 millones en 2050.
Según Deming, “hace ocho años no se destinaba ni un solo dólar a la lucha contra el envejecimiento; en los últimos dos años se han recaudado 4.000 millones de dólares”.
Fundó el Longevity Fund en 2011, cuando todavía era demasiado joven para firmar los documentos (su padre tuvo que hacerlo en su nombre). Confiesa que no sabía lo que estaba haciendo. Durante los dos primeros años, Deming intentó convencer a los inversores de que “estaba en juego la ciencia y las cuestiones humanitarias”. Al final, aprendió que necesitaba vincular su pasión por la causa a un “argumento comercial muy concreto”.
La primera inversión del fondo en Unity Biotechnology la ayudó a hacer precisamente eso. Están desarrollando un medicamento que ataca a las “células decrépitas que se niegan a morir”. Si funciona, podría utilizarse para tratar enfermedades relacionadas con la edad, como la osteoartritis, además de enfermedades oculares y pulmonares. Unity salió a bolsa y ahora tiene una valoración de más de 350 millones de dólares.
¿Cómo afronta el hecho de ser una mujer joven sin doctorado? “Lo único que se puede hacer es centrarse en la ciencia”, afirma. Su mayor temor es el siguiente: ¿qué ocurrirá si algunos de los primeros ensayos antienvejecimiento fracasan y el dinero desaparece? “Todavía hay muchas cosas por descubrir, así que muchas cosas fracasarán”, añade.
Deming puede ser un prodigio, pero también es una pragmática lúcida. Puede que sea un camino largo y difícil, PERO ¿qué pasa si tiene éxito más allá de los sueños más descabellados de todos? Revolucionará a la humanidad.
Shaun Nelson-Henrick
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